Eso que nunca debimos encontrar

Maynor Xavier Cruzǁ Existe una magia en las novelas cortas, tal vez sea esa delgada  línea que la separa del relato, o   la forma en la que están escritas, donde ninguna palabra está de más, ni los personajes. Una precisión de principio a fin. ¿O será que solo a mí me pasa?

 Encontrarme con La Perla (1947) de John Steinbeck fue un asombro, como lo fue también  La metamorfosis de Kafka, Pedro Páramo de Rulfo y Aura de Carlos Fuentes, por mencionar algunas de mi top de novelas cortas y de las que de una u otra forma las recomiendo a la hora que alguien me consulta algo para leer en pocas horas. Esas novelas que condensan toda una historia en tan pocas páginas, pequeños manuales de cómo contar un universo de geografía, personajes y situaciones que cuando las terminamos de leer asistimos a una segunda lectura digiriendo cada frase, diálogo y característica de alguno de sus protagonistas.

Me imaginé la obra cuando existían en Estados Unidos escritores como Anais Nin, Henry Miller, Fitzgerald, Hemingway, Faulkner, aunque ya era reconocido por un premio  en los años treinta por Tortilla Flat, luego sus novelas De ratones y hombres (1937), y Las uvas de la ira (1939), y, por otro lado, autores dando pasos agigantados en la novela policíaca y de ciencia ficción. Cómo navegó y sobrevivió entre obras de estos  y otros novelistas.

Una novela sobre la tragedia de ser pobre, la indiferencia, la hipocresía y la persecución.

Asistimos al sufrimiento de una pareja de nativos, Kino y Juana, cuando su hijo, Coyotito, ha sido picado por un escorpión, luego su visita a un médico que no los atiende por ser pobres.

Kino, por ser  pescador, hace que su mujer lleve al niño cerca del mar y ahí preparan una sustancia para aplacarle el sufrimiento; el pescador se sumerge al mar y encuentra una perla superior a la que se haya visto en el pueblo y lugares cercanos, eso atrae la atención del médico que no los recibió, y ahora fue hasta la casa de ellos preocupado por la salud del niño, y de otras personas que la desean.

La ambición hace que esta familia  sea perseguida y ahora sufra por ser los dueños de ese objeto que querían usar para mejorar su condición de vida.

Steinbeck nos da  una lección sobre cómo las personas cambian cuando se enteran que existe gente que tiene algo que ellos desean poseer.

La novela es un espejo sobre la codicia, el coraje, la perversión humana y de cómo lo  que creemos nos vendrá a ayudar a nuestros males nos lo  aumenta.

¿Cuántas perlas hemos encontrado y no nos han solucionado los problemas? A veces es mejor devolverlas a su sitio de origen y olvidar que alguna vez fueron parte de nosotros.

Esta obra es parte de mi top ten novelas cortas que recomiendo para disfrutar el insomnio.

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