EGLA HERNÁNDEZǁ Conocí de Mario Benedetti hasta hace poco, durante uno de los talleres que recibimos de forma virtual por parte de nuestro profesor de literatura, donde nos presentó un documental de aproximadamente veinte minutos que reflejaba los aspectos más relevantes de este poeta uruguayo.
El mismo Benedetti cuenta en primera persona eventos que marcaron su vida, tales como sus primeras experiencias de amistad, las enseñanzas recibidas en el Colegio Alemán, sus excelentes notas que se contraponían con su deficiente conducta resultante de su ya innato espíritu de gran peleador como él mismo lo afirma; luego su primera lectura: la novela Dos años de vacaciones, escrita Julio Verne, cuyo argumento central —según el uruguayo— era una parodia de la sociedad adulta.
Y alimentándose de esta manera cada día, editó su primer libro de poesía en 1945, La víspera indeleble , posteriormente en 1954 se integra a escribir al semanario Marcha, publicando dos años después en 1956, su obra Poemas de Oficina, durante este tiempo fue nombrado Director del Departamento de Literatura en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República en Montevideo, sin embargo en 1974 se vio obligado a huir porque la universidad fue invadida por el gobierno de la época y su nombre había sido incluido en listas de personas amenazadas de muerte, lo que dio inicio a su exilio.
Ahora bien, redirigiéndonos exclusivamente a su obra pre exilio, retomo su poemario Poemas de Oficina que constituyó un éxito desde el momento de su publicación.
Cuando se leen, se siente la disociación entre el artista y el lugar donde se encuentra en ese momento luchando por salir, aquí dos poemas que evidencian esa cotidianidad urbana y nacional:
Verano
(…) se acabó
No trabajo
tengo los dedos blandos
la cabeza remota
tengo los ojos llenos de sueños
yo que sé
veo solo paredes
se acabó
no trabajo
paredes con reproches
con órdenes
con rabia
pobrecitas paredes
con un solo almanaque
se acabó
no trabajo
que gira lentamente
dieciséis de diciembre.
Iba a cerrar la tarde
pero suena el teléfono
sí señor enseguida
Comono cuando quiera.
Licencia
Aquí empieza mi descanso
en mi conciencia y en el almanaque
junto a mi nombre y cargo en la planilla
Aquí empieza el descanso.
Dos semanas.
Debo apurar porque hay tantas cosas
recuperar el mar
eso primero
recuperar el mar desde una altura
y hallar toda la vida en cuatro holas
gigantescas y tristes como los sueños (…)
Esta octava obra suya fue la que lo catapultó como escritor; hizo de la oficina un leit motiv novedoso, un poemario de esa esa prisión laboral, porque según su hipérbole motivacional y justificándose «el Uruguay es un país de oficinistas».