MAYNOR XAVIER CRUZǁ Mario Benedetti es de esos escritores de los que se ha caracterizado por ser reconocido como poeta, aunque sus temas sean recurrentes, gastados —salvo Poemas de  la oficina, algunos de temática política social y sus haikus—, amorosos, es el poeta de las masas que no ven que es un autor que inventó su fórmula mágica, por eso  y por sus seguidores es que en últimos siete años he tratado de evitarlo. Luego recuerdo su etapa de ensayista, sus cuentos, y esta novela: La tregua (1960).

Escrita como un diario, nos adentramos a los últimos meses de trabajo de Martín Santomé, un oficinista uruguayo que cuenta los meses para cumplir cincuenta años, y luego los meses para jubilarse. Es un tipo que enviudó veintidós años atrás y vive con sus tres hijos, Esteban, Blanca y Jaime; el mayor no sobrepasa los veintiocho años, y aunque viven con él, cada uno ha puesto una barrera comunicativa con Santomé.

Durante los primeros meses del diario, asistimos al tedio del protagonista, como viudo, trabajador, padre de familia. Los recuerdos de su exesposa, Isabel, lo atormentan, lo hacen pensar en la falta que le hace a los hijos, luego están sus amigos de infancia  que retornan como espejos rotos, en los que se ve y nota los estragos que el tiempo está haciendo en ellos, incluyéndolo.

Algo ocurre con nuestro protagonista, se enamora de una mujer de la edad de su hija: Avellaneda. Y aquí ocurre su primer obstáculo, la edad, luego el segundo, es su subordinada en la oficina, y después el tercero, el miedo a que sus hijos se enteren.

¿Puede Santomé enamorarse luego de veintidós años guardando luto? ¿Estaría traicionando la memoria de Isabel si envuelve en un romance con esta chica? ¿Cómo se puede ser feliz con una chica a la que le dobla la edad? ¿Qué pasará cuando se jubile y tenga todo el tiempo de ocio y sin ella? ¿Puede darle la felicidad, amor, compañía y comprensión que ella no halló en su exnovio?

No es un diario romántico, es una pieza sicoanalítica. Nos habla de su fastidio laboral, el miedo al tiempo, a no ser lo suficiente para Avellaneda, a que en su trabajo no descubran su romance, y en sus últimos meses de trabajo muchas cosas se derrumban y debe tomar las decisiones más correctas para ser feliz, y más cuando sus hijos se han enterado de su relación y cada uno tiene sentimientos encontrados: indiferencia, felicidad, rencor.

La tregua es la segunda oportunidad que se le da a Martín Santomé, y él descubre que ha vuelto a amar.

El final de la novela es más que merecido, nos hace recordar el verdadero  propósito del diario, una linda vuelta a Martín y su buscada jubilación.

Benedetti, como poeta, seguirá siendo prostituido en las redes sociales, de eso no podremos salvarlo, pero él siendo narrador es seis veces mejor y no lo han descubierto sus fanáticos virtuales.