Una semana con Benedetti

BEKER DÍAZǁ Hasta el mes pasado, Mario Benedetti era para mí el sugar daddy de la poesía latinoamericana. Los chicos comparten a menudo sus versos en internet, en sus estados de WhatsApp,  en Facebook quotes. ¿Qué milenial no ha querido usar sus poemas para pasar como gran romántico y conquistar a una chica? Ese era mi concepto. Recién me he dado cuenta de que el papi era cuentista,  y de los buenos. Por eso me aventuré a descubrirle con un cuento diario durante una semana. He aquí mi experiencia:

Domingo: Miles de ojos

Despistes y franquezas (1989). Yo creía que el buen político no tenía conciencia. Con este cuento he descubierto lo contrario.  Un ex gobernante que ha salido airoso de un proceso  penal en su contra,  experimenta la paranoia de saberse observado por todo el mundo. Su lucha diaria es huir de esa acechanza. Un personaje central que llega a inspirar compasión.

Lunes: Verde y sin Paula

Geografías (1984). Un hombre que no puede con el peso de sus errores decide entregarse al mar. El narrador construye la escena como un bucle infinito de recuerdos que va repasando a medida que el agua  sube  por su cuerpo hasta  saborear la salmuera en su lengua en un último instante.  El giro con que finaliza es tan afortunado como triste.

Martes: Los pocillos

La sirena viuda (2000). Eran tres pocillos, y cada uno podía combinarse con el platillo del otro de forma perfecta. Se nos presenta en una sola escena un triángulo amoroso. El pobre José Claudio se ha quedado ciego, cosa que le impide ver cómo su esposa y su hermano se acarician frente a él mientras toman café en una tarde de invierno.

Miércoles: Fin de semana

Buzón de tiempo (1999). Los hijos son siempre los más afectados en las rupturas matrimoniales.  Fernando, un escolar, va todos los fines de semana con su padre, quien le pregunta «¿cómo está tu madre?». Al volver a casa ella pregunta, «¿cómo está tu padre?». El chico se ve convertido en un pequeño telégrafo,  un medio de comunicación rústico y breve. «¿Por qué no la llama solo Luisa?, ¿por qué no lo llama solo Marcelo?», se pregunta Fernando.

Jueves: La muerte

La muerte y otras sorpresas (1968). «Pero si estoy bien», es la frase que solemos usar para hablar de nuestra salud.  Un hombre acude a cita con su médico,  un antiguo amigo de escuela. Recibe noticias poco alentadoras, que lo sumen en una atmósfera de reflexiones, de ensimismamiento, convirtiendo lo cotidiano, lo más nimio en cosas valiosas. «Conviene estar preparado para lo peor».

Viernes: Gracias, vientre leal

Con y sin nostalgia (1977). Tras planear un operativo contra el gobierno, un rebelde llega a casa, donde su mujer lo espera ataviada con un vestido azul de ensueño. Ahí,  los dos, se olvidan de guerras, de rebeldes, de gobiernos, y de las traiciones de los políticos. Disfrutan juntos del acto fiel de la cópula.

Sábado: Las persianas

Con y sin nostalgia (1977). Qué mejor manera de finalizar con un relato divertido. Marcelo se encuentra en su apartamento, donde se siente libre de andar a como le plazca: desnudo. El calor justifica el acto. Además,  esas libras que le sobran tienen efecto en la sensación térmica. Ah, pero la señora Galván pudo haberlo visto haciendo piruetas en calzones. ¿Por qué no se le ocurrió cerrar las persianas? Otro relato con un giro final que da gusto.

Y ahora sé que Benedetti es más que tácticas y estrategias, y cosas cursis para imágenes de enamorados. Pudiera decir que es el narrador de lo cotidiano, pero de cuánta gente  ha dicho  eso. Me basta con conocer ahora esta faceta, seguro volveré a dedicarle otra semana.

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