RAFAEL ZELÉDÓNǁ La poesía insurreccional nicaragüense está plagada de un compromiso sociocultural de esa época en especifica. Varios guerrilleros vieron en la escritura su luz al final del camino, fue la forma de desconectarse (quizá no del todo) del contexto que les tocó vivir.
Ernesto Castillo Salaverry integra ese gran número de jóvenes. Su poesía aparecería por primera vez en el suplemento del diario Barricada. Poesía libre; quienes hicieron una presentación suya y publicó una breve selección de sus poemas, el 26 de enero de 1980.
Antología Póstuma, recoge una selección de poemas de una naturaleza intacta, de una sencillez que nada tiene que envidiarle a cualquier autor consagrado. Aunque muy joven, logra regalarnos imágenes de una Nicaragua sufrida, el sentir de muchos jóvenes que hacen frente a la muerte y en espera de la misma, conversan con ella, la invitan a quedarse y a veces la torean.
Esta obra recoge una parte de su vida o el ocaso de la misma. Poesía con rasgos epigramáticos, amorosa, auténtica. También la muerte cubre gran parte de los poemas que encarnan esa lucha con él mismo, que a veces se ve opacada por sus problemas sentimentales:
¿Por qué debo esperar
las palabras
si tus silencios
son poemas?
Salaverry nos muestra que no todo es la guerra contra alguien que nunca ha cruzado palabras con él o con algún compañero de lucha, que no todo es revolución, y vemos esa parte necesaria, esa lucha que sólo le compete a él pero que se ve amenazada por lo que sucede a su alrededor. Presiente su muerte en pesadillas, la presión de la lucha hace sus estragos y comienzan a manifestarse, la ve pasar, le dedica versos, la desprecia y a veces se sienta tranquilamente a esperarla.
Hay madurez y está antología es una muestra de ello.