MAYNOR XAVIER CRUZǁ Los invertidos, los homosexuales, los seres que traicionaron el legado familiar, los leprosos en vida, los nacidos con la marca del mal, los que son la vergüenza de cada familia, las locas, esas que han sobrevivido a la discriminación social, las cucarachas humanas, las historias de los que se aman y no son aceptados; las aventuras secretas de los que buscan alguien del mismo sexo y que les trasmita protección, en cualquier país de este continente sabemos de novelas que nos hablan de estos seres, y las hemos disfrutado, sin embargo en el nuestro el tema ha sido minimizado, tal vez por una cultura religiosa o machista, aunque este nuevo siglo nos trajo dos grandes joyas narrativas escrita por unos jóvenes autores.
La primera es la novela de Carlos Luna Garay, Debajo de la Cama (2013) y la segunda, el libro de relatos de David Rocha, Crónicas de la ciudad (2019), esta última cargada de un lirismo impresionante.
En Debajo de la cama, el protagonista es Alec Tiffer, un joven escritor homosexual que estudia la carrera de Economía y quien sostiene una relación con Eduardo, mientras el narrador nos describe el ambiente en el que se desarrolla esta historia.
Dividida en dos partes y con diecisiete capítulos, Carlos Luna tejió una gran novela con muy buen manejo de técnicas narrativas, algo que en algún momento, cuando lo conocí, le comenté que me pareció que se tragó la novela La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, sin embargo, ahora, creo también que tiene mucho de Virginia Woolf, y como dijo Carlos Perezalonso “en Debajo de la cama, las cosas suceden encima de la cama” y Alec Tiffer supo ser un excelente personaje.
En la Crónicas de la ciudad, Rocha, se centra en las memorias urbanas de esa Managua caótica, histórica y hasta despreciadora de los homosexuales.
Dividido en cuatro partes, asistimos a bares y conocemos homosexuales famosos del siglo XX, vemos el desprecio y el amor entre personas del mismo sexo, también leemos esos discursos sobre Managua y la homosexualidad, todo documentado por el autor de este libro.
Ambos autores supieron darnos sus primeras obras con este tema que había sido invisibilizado durante mucho tiempo, aunque no podré negar que Lizandro Chávez Alfaro había tocado el tema en su obra Trágame tierra (1969), y que Gioconda Belli incluye menciona a un homosexual (Fausto) en Sofía de los presagios (1990) y a unas lesbianas holandesas en su novela Waslala (1996), tampoco podría olvidar el lesbianismo presente y como tema central en la obra de Sergio Ramírez La Fugitiva (2007), y que años atrás tuvo en su novela Un baile de máscaras (1995) a un personaje homosexual (Eneas Razzetto) objeto de burlas; en poesía, es innegable el trabajo de Héctor Avellán con su poemario Más dulce que el amor (2013), y Enmanuel Lepage, francés y no nica, con su novela gráfica Muchacho (2004) también nos habla de homosexualismo, pues está protagonizada por un homosexual y ambientada en esa Nicaragua de la década de 1970, en medio de una lucha política contra la dictadura somocista.
En estos últimos veinte años algunos narradores han coqueteado en sus textos hablando de relaciones con personajes del mismo sexo, lo que sí seguiré pensando es que nos hace falta leer más novelas o cuentos nacionales que nos hablen de estos seres que merecen que los conozcamos, porque las locas tienen derecho a amanecer con alguien esta noche, ¿verdad, David Rocha?
Me hubiese gustado leer cómo el texto «Debajo de la cama» usa o emula las técnicas de «La ciudad y los perros» y cómo también tiene mucho de Virginia Woolf: ¿en qué sentido, en cuáles obras? Tampoco pude leer cómo el texto explora la homosexualidad.
Me parece un magnífico aporte, el señalamiento de algunas obras de autores nicaragüenses que abordan personajes homosexuales de refilón. ¿Habrá alguna evolución en el tratamiento del tema?
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