ALDO ALDANAǁ Hay lecturas que tienen el poder de dejar marcas en la memoria, personajes específicos que nos causan fascinación, que activan las pasiones mórbidas que la ética kantiana nos obliga a reprimir insistentemente, escenas concretas que nos dejan sin aliento o sin el valor de salir a orinar por las noches, sobre todo si nuestro inodoro, letrina o cuneta queda a cielo abierto y con el fondo de un cerro, un basurero o la calle al cementerio. Esto, digamos, describe lo que sentí con el libro que les traigo hoy.
El Silencio de los corderos es una novela que abarca desde el terror hasta el género policiaco, una novela negra con buena dosis de tensión psicológica. Trepidante y con escenas secuenciales muy bien logradas, esta novela logró ha dejado como legado a la cultura pop, el personaje ficticio Hannibal Lecter. A su vez este título es parte de la serie Hannibal Lecter, una saga escrita por el estadounidense Thomas Harris (Tennesse, 1940), que la componen los siguientes títulos: Dragón Rojo(1981),El silencio de los corderos(1988), Hannibal (1999), Hannibal: el origen del mal (2006), esta última es una precuela de la primer entrega.
Los millenians seguramente crecimos viendo la adaptación cinematográfica de 1991 de esta novela en la que la talentosa Jodie Foster en el papel de Clarice Starlingy el increíble Anthony Hopkins que encarnó a Hannibal. Bueno, por lo menos yo sí recuerdo los anuncios sobre ella en TNT, sin embargo la vi completa una vez leído el libro en noviembre del año pasado; a pesar de haberse llevado los cinco premios principales de los Oscar de ese año y ser considerada un logro cinematográfico y cultural, sin duda recomiendo siempre leer el libro.
Hannibal es un psiquiatra de profesión, pero caníbal, asesino y manipulador de vocación, se encuentra internado en Hospital Estatal de Baltimore para dementes criminales, y en este entorno la agente Starlinges convocada por la Unidad de Ciencias del Comportamiento, dirigida por Jack Crawford, para tratar de recabar información por parte de Hannibal y tratar de atrapar a un asesino en serie apodado Buffalo Bill, quien había tenido en el pasado una estrecha relación con Lecter.
Como lector es fácil situarse en la trama, desde los primeros capítulos empatiza con el personaje de Clarice, una mujer práctica, sana, inteligente y con las inseguridades normales de alguien que desea hacer un buen trabajo para escalar en su carrera. Pero Hannibal, a pesar de que pareciera solo ser un personaje alterno a la trama principal, es en realidad una figura magna y oscura que invada todas las situaciones; es además educado, elocuente, amante de la música clásica, los acertijos, es tan avasallador que sentimos lástima de la pobre Clarice, que parece una presa fácil de alguien que no sabemos cómo, parece muy seguro de los resultados de la investigación en curso, a pesar de estar preso, pero sobre todo, el lector desfruta tanto esos diálogos que los extraña cuando terminan.
Al complicarse el asunto, cuando Buffalo Bill secuestra a la hija de una senadora, Clarice y Crawford se ven envueltos en una lucha de poderes e intrigas con el director del hospital donde está recluido Hannibal, el Dr. Fredirick Chilton, personaje detestable en todos los sentidos, y a su vez, asistimos a la genialidad de Hannibal para intentar escaparse del hospital, no les voy a decir si lo logra.
Son muchas las aristas que la trama aborda. Por un lado, la tragedia que compete la vida del asesino al que se intenta encontrar, sus métodos, su historia personal; por otro lado, la figura emblemática del libro y la película de las mariposas llamadas como “Esfinges de la muerte menor”, que es clave para resolver el crimen. El personaje de Starling experimenta a su vez el acoso y discriminación en su entorno laboral, solo resulta —de forma irónica—, ser valorada por el mismo Hannibal nada más. El entramado social y político del FBI, sus relaciones con la prensa y otros poderes del estado americano son sin duda temas bien desarrollados y que el lector degusta con facilidad, sin perder en ningún momento el interés por el final de la trama.
Si hablamos de la parte negra de la novela en cuanto a género, las secuencias de imágenes, la acción, las descripciones, el desarrollo de los personajes, los arcos argumentales y el desenlace merecen la ovación que han obtenido a través de los años y de los lectores que degustan del género. Sin duda el personaje de Lecter inaugura una nueva generación de personajes y a su vez una amalgama de historias posteriores. Podría mencionar El Alienista(1994) de Caleb Carr (Nueva York, 1955), que se ambienta en la Nueva York de 1856, cuyos protagonistas buscan incesantemente a un asesino de niños que se prostituyen, en cuyo grupo de investigadores da sus pasos una mujer en el difícil y machista mundo del cuerpo policial de aquel entonces. Podría mencionar la primera parte de la trilogía de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urituri titulado El silencio de la ciudad blanca (2016), donde un asesino en serie que aterroriza Ciudad Vitoria en Ávala, país vasco, España, el cual deja una marca parecida en sus víctimas a la usada por Buffalo Bill, en este caso son abejas.
No se precisa que dichas novelas se inspiraran en la obra de Tomas Harris, aunque es innegable la similitud de algunas situaciones que se narra en El silencio de los corderos.
El ejemplar que tengo lo adquirí en una librería de segunda en Estelí; la tercera parte fue el regalo de una amiga en pasta dura, pero, aun tengo pendiente leer la primera entrega, seguro que será en el futuro, al final, la sangre, el descuartizamiento y las mentes perturbadas son adictivas.