MAYNOR XAVIER CRUZǁ Alberto Sánchez Argüello ha publicado El monstruo de mi madre (2022), una metanovela estructurada en monólogos interiores, dividida a su vez en dos partes que contienen diez capítulos, y un epílogo, dándonos en la primera ocho capítulos y en la segunda, los restantes.
Los personajes son Lidia y Fernando, madre e hijo, con sesenta años de historia que los envuelve a ambos, desde el nacimiento de Lidia en 1952, y el de Fernando en 1976, aunque es el primer capítulo de la segunda parte que el autor nos indica cómo quiso escribir la primera página del libro mismo. El epílogo no es sino la aceptación del autor hacia su pasado con su madre, “un ser un imperfecto lleno de vida”.
Desde el principio asistimos a los últimos días de vida de la protagonista y cómo ella y su hijo son dos espejos rotos que se reflejan entre sí. Lidia cuenta parte de su árbol genealógico y nota que la locura es heredada por la rama materna, reconociendo que el primer loco de la familia sería su tío Lino Argüello, después la madre de ella. Fernando narra su dilema emocional de ser hijo de la loca del barrio, como se autonombre su madre en el capítulo tres, locura con la que carga la protagonista desde los dieciséis años, pero que luego de una internación a un siquiátrico se reintegró a la sociedad durante algunos años hasta que un par de tragedias la hicieron recaer, una de ellas cuando iniciaba su matrimonio con Javier, el padre de Fernando.
La familia materna de Fernando está marcada por la tragedia, donde las mujeres sufrieron abusos por parte del padre y el hermano mayor de ellas; una abuela que deja al sol a sus hijos desde las seis de la mañana todos los sábados y domingos como si fueran “muñecos de feria”, quienes tienen que ser auxiliados por los vecinos más cercanos; un hijo que desaparece de los brazos de su madre y un tío que se suicida. Motivos para perder la razón habían de sobra.
No es solo un libro sobre la locura y la vergüenza, es un paseo íntimo hacia los miedos, los abusos, los recuerdos de las carencias de afecto y el abandono. Una tragedia familiar con cortinas de recuerdos y párrafos cortos que hacen que cualquier lector pueda terminar esta novela de Sánchez Argüello en menos de un día. Son madre e hijo confesándose en silencio, contando lo que no se pudieron decir mientras ella estaba viva.
Ahora Lidia ha muerto, era fanática de los boleros de Julio Jaramillo, ¿alguien será capaz de cantarle Nuestro juramento?
Metanovela, es lo que no es lineal?las relaciones familiares siempre dan buen sazón a la literatura.
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