Hilos de oro que enlazan una y otra vez los mismos nombres

BRENDA GÓMEZǁ El mes de marzo trajo una de las novedades literarias más esperadas de este año, se trata de Una salida honrosa (2023) del escritor francés Éric Vuillard. Algo habitual en este autor es guiarnos a través de la “cadena de intereses” de los conflictos más horribles de la humanidad, este libro en particular parte con la premisa de la guerra de Indochina. Uno de los terribles acontecimientos del siglo XX.

Tenía la impresión que los libros que abordaban algún hecho histórico nunca tenían el rostro de las mujeres, el de los hombres, los niños, o el de la tierra… tampoco el de los responsables de éstas. Sin embargo, Vuillard tiene una visión más precisa, sin tapujos ni matices, sobre los opresores, los políticos y el desempeño de estos. Pero también el de esos explotados recolectores de caucho protagonistas de la derrota de dos grandes potencias mundiales: Francia y Estados Unidos.

Ay! Qué simpáticos suenan esos generales con un tono patriótico, de voz ronca y de gestos convincentes. Cuidado, porque vienen a llevarse a tus hijos. Decía Octavia Butler en uno de sus libros que, una faceta del futuro sería “grandes ciudades controladas por empresas”, una frase muy certera y aunque la literatura de Octavia esté considerada como ciencia ficción, sin ir más lejos, en Una salida honrosa el autor hace mérito de esta frase, detallando cómo empresarios y banqueros resguardan sus propias finanzas, no sin antes exterminar cualquier atisbo de esperanza en los vietnamitas. Ficción y realidad, realidad y ficción, o más bien la ficción haciendo que comprendamos mejor la realidad.

Dice el libro que: “Hay un momento en política en el que todas las convicciones encallan, en el que las buenas intenciones naufragan”, yo quisiera saber en qué momento se toma la decisión de acabar con un lugar apacible en el que se cultiva, en el que pastaban los bueyes, en qué momento se decide arrasar un valle y plagarlo de búnkeres, expulsarnos de nuestras montañas, de las aldeas, en qué momento nuestros recuerdos y costumbres pasan a convertirse en escombros.

La excelente escritura de Vuillard desglosa los actos de cada uno de sus personajes (Emile Delamarre, De Lattre, Henri Navarre, la familia De la Croix, y hasta Allen Dulles…) lo hace de forma descarnada, y me hace pensar en ¿cuál es el grado de conciencia que tenemos hoy en día sobre lo que pasa a nuestro alrededor? y sobre la historia qué leemos y hemos leído sobre tantas guerras.

Es inevitable no hacer una comparación con los conflictos que hemos vivido en Nicaragua, un país que continúa secuestrado ante los propios ojos de la comunidad internacional. Será que las nuevas generaciones escriban sobre sentencias injustas, será que se escriba sobre esas endogámicas familias, matrimonios entre primos (esto que sigue siendo visto como acto de conservación de la dinastía, no como incesto) que también han sido responsables de las desigualdades en nuestra sociedad. Porque para ellos ha sido muy fácil hacer un balance, para ellos resulta muy fácil ser pragmático, realistas, siempre que sea a miles de kilómetros o desde la comodidad de su hogar.

No quisiera dejar fuera otro libro sobre esta misma guerra, se trata de Ru de Kim Thúy, aunque con otra perspectiva, es un testimonio en primera persona, su infancia feliz en Saigón, la llegada del comunismo, la huida en un bote a través del golfo de Siam, es la claridad en estos asuntos. Nunca el pasado ha sido mejor, nunca nada es de bandos, el horror viene de donde sea. Tampoco dos documéntales, aunque de otra barbarie: The Act of Killing y La mirada del silencio del cineasta Joshua Oppenheimer sobre las matanzas cometidas en Indonesia entre 1965 y 1966.

Una salida honrosa, es mi recomendación en esta fecha conmemorativa al día del libro, una descripción de la vida de esos hombres y esas grandes potencias colonialistas encaminadas hacia gigantescos desastres. Mostrando al final que quienes tienen el poder “solo piensan en su carrera, y no en los cientos de miles de vidas aniquiladas por la guerra”. También la acción del pueblo que, no se acostumbra a los sometimientos, y que pone más difícil a los opresores cometer acciones en contra de nuestro propio bienestar, no es cierto que: “no hay bastante para subsidios, para ayudas, ni protecciones de todo tipo”. Su realismo contable no se nos puede explicar más con un simple dedo alzado.

1 Comment

  1. Tu forma de reseñar también es descarnada, nos abofeteas sin misericordia. Digamos que me molesta que las librerías vendan el romanticismo de cualquier colectivo rebajado al más básico fetiche, deberías haber más espacios de divulgación como este.

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