Madeline Mendietaǁ Hay películas que nos enamoran por su banda sonora. La música es el personaje omnisciente en las producciones fílmicas que nos hacen sumergirnos en la línea emotiva de la historia.
El Paciente Inglés (The English Patient) una película estrenada en 1996, adaptación de la novela Michael Ondaatje, nos cuenta la historia de dos personas que se conocen en un zona de guerra y ambos traen consigo amores del pasado que los han marcado. Postrado en una cama, el paciente inglés es atendido por una enfermera, quien socorre a los heridos de la Segunda Guerra Mundial. Mientras lo atiende, él le cuenta de la historia de un cartógrafo húngaro y cómo se enamora de una mujer casada y las pericias que pasa siendo un espía.
Juliette Binoche, una actriz que me gusta mucho, hace el papel de la enfermera, quien también tiene su propia historia que ocultar. La relación-paciente-enfermera va más allá de curarle las heridas, en medio de la guerra y todo el escenario funesto que conlleva, crean un vínculo emotivo el cual complementa la banda sonora que le otorgó un Oscar a Gabriel Yared, entre otros premios.
Confinados a nuestras casas, no nos queda más que acudir a las artes para disminuir la dura realidad que está fuera del umbral de la puerta. El Paciente Inglés es un clásico no solo de la literatura, sino del cine y una belleza de escenarios, con impecables actuaciones de Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas, quien hace el papel de amante del paciente.
La película nos revela los distintos matices que tiene el amor, la pasión, la solidaridad, la empatía, la complicidad que se encierra en las gavetas de la memoria, que llevamos como nuestro único tesoro hasta el final de los días, un reconocimiento para quienes realizan la hermosa labor de cuidar a personas enfermas, postradas en una cama, solitarias.