Tres elementos

BRENDA GÓMEZǁ Es difícil tener que elegir y mencionar detalles sobre la obra de Daniel Pulido, ya que es un artista polifacético y siempre genera pudor el hacer crítica a alguien a quien admiras; pero para esta ocasión me quedo en su faceta de pintor, elegí un cuadro en específico y tres particularidades que a mí parecer, componen esta pintura. Se trata de “Paisaje con tres elementos” (finalista de la primera Bienal de pintura nicaragüense 1997 y parte de la colección permanente del Centro de arte Ortiz Guardián de la ciudad de León).

Sin poner un orden quiero resaltar sus tonalidades y los pigmentos fuertes; también las influencias, el rasgo más fácil de percibir en su obra, y por último las técnicas que utiliza para trabajar con diferentes superficies y materiales.

El cuadro desde mi perspectiva, es un reflejo del amplio mundo interno de Pulido, quien también dibuja, escribe y crea mosaicos. Esta pieza, realizada con laca y acrílico sobre plywood muestra una paleta muy variada de azul, desde sus extremos se aprecian diferentes formas, algo que sugiere la delicadeza del artista para llegar hasta la transformación en el centro, donde una especie de selva se crea hasta reproducirse de manera continua, es decir, que toma la forma de brotes que se amarran y desamarran, se amarran y desamarran… y así hasta el infinito.

El azul de Pulido no mantiene el mismo punto de referencia, puede identificarse perfectamente el turquesa de los frescos mayas, la armonía del azul en las primeras etapas de Picasso o la nostalgia en lo intenso y abstracto de Kandinsky, incluso un destello de azul satinado de Hilma Af Klint o del propio Vermeer, para darte la sensación de que los vástagos salen del marco y te enredan hasta convertirte en parte del cuadro.

He de suponer que cierta inspiración de este pintor viene de su amor por la naturaleza, y ese interés por tomar parte en la conservación de ésta lo demuestra en los componentes de sus mosaicos, técnica que por cierto, se hace cada vez más recurrente en los artistas nicaragüense para los que Pulido es ya un ejemplo, siéndolo no solo por su trayectoria, sino por los valores que defiende y promueve pues ha hecho del arte una estimulación para los chavalos y chavalas que buscan un espacio de recreación y expresión, ha demostrado que lo nacional es digno de consumirse porque hay talento.

Pero siendo el azul un color que siempre ha estado en mi vida, diré como curiosidad que, según algunos estudios no aparece en la literatura antigua, sin embargo, en la Odisea de Homero, se hace mención del negro hasta 170 veces, del blanco 100, y del rojo 13 veces. Tengo el vago recuerdo que mi primer libro tenía las letras azules, aunque no sé si esto fue posible, o si en mi mente, al igual que los griegos, me resulta difícil denominar algo que me cautiva con un nombre diferente a mi color favorito.

Si están por León no dejen de visitar este cuadro, porque solo frente a él sentirán la vivacidad de Daniel, sentirán como sus pinceladas expresan creatividad, la fuerza de la tierra y el viento, casi como si la vida se abre paso frente a tus ojos. Recuerdo que apreciarlo me hizo imaginar a Daniel soltando sus manos, envolviendo ese trozo de madera en una tonalidad tan fascinante cual ola de Joaquín Sorolla que va y viene, que va y viene… y así hasta el infinito.

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