OMAR ELVIR
Por mi parte, pensando el cuento, con serias dudas de que le interese a alguien, pero con una absoluta evidencia de la vida y sus heridas.
Daniel Pulido, Blade Runner vs Guardabarranco.
- Íntimamente ligada al proceso histórico nicaragüense, la obra de Daniel Pulido (Bogotá, Colombia, 1956) es un producto cultural vivo, dinámico e interpelante.
- Cada palabra es parte de un gran mosaico o mural que se propone retratar y denunciar la situación de las clases populares del Pacífico nicaragüense en su tránsito posrevolucionario del siglo XX al XXI; fritangas, comedores, cantinas, transporte público; retazos de una sociedad en constante reinvención a costa de naufragios encadenados: obreros, migrantes, campesinos, turistas, cheleros, cocineras, asistentes del hogar, todos víctimas y victimarios de las relaciones de poder que alimentan y que a la vez los sojuzgan.
- Hay un afán de búsqueda y de reinvención permanente de la forma narrativa; los anuncios, las diatribas, los monólogos interiores, la publicidad, todo sirve como motivo y forma de la narración. A su vez, cualquier situación cotidiana es motivo suficiente para ser contada, una forma de cuestionar los discursos y las grandes narrativas que excluyen para acomodarse o que simplemente pasan por alto la trama más fina de que está tejida la realidad.
- No hay entonces épicas gloriosas, patrias que liberar ni terruños que exaltar. Tampoco el discurso se impregna de cinismo vacuo que termina siendo acomodamiento. La ironía, en todo caso, está al servicio del transcurrir común, de la lucha diaria por sobrevivir a los viejos y nuevo engaños conservando un mínimo de dignidad.
- El valor sugerente de la obra deja de ser prioritario ante lo brutal de la realidad que sólo admite enfrentarla a través de la denuncia muchas veces descarnada. Esta inmediatez se vuelve cualidad y a la vez limitante de la capacidad expresiva de los textos, genera lirismo pero también puede caer en la facilidad ramplona. El equilibrio es entonces el reto asumido por el autor del que unas veces sale más airoso que otras.
- La constante visceralidad del lenguaje es reflejo de una profunda honestidad y de una sensibilidad herida y desbocada ante la existencia, de ahí que las sugerencias, la ubicuidad que puede enriquecer el texto literario es dejada de lado en aras de la expresión directa.
- Sonrisas que cuestan cincuenta dólares, turistas antropófagos, parejas hastiadas de la convivencia, la vida como viaje en un cachivache destartalado, la caña y el polvo omnipresentes, el ser humano y sus secreciones retratado de manera fiel y sin espacio para el disfraz que edulcora, la cachetada de la cotidianidad miserable devuelta.
- Se trata de una narrativa que busca provocar en todos los frentes; formatos no convencionales desafiando las reglas del mercado editorial, un solo golpe: libros artesanales, ediciones personales limitadas, cero presencia en los pocos círculos editoriales del país; el costo de ello es una obra casi fantasma, a veces más mencionada que realmente conocida, un efecto colateral – extraliterario – de la autogestión frente a la mercantilización del arte y los juegos de poder que ello conlleva.
- Para quien se interese, cinco cuentos por dónde iniciar la lectura de Pulido:
- ¡Oh, Susan!: La desgracia y la supuesta solidaridad convertidas en atractivo turístico, el valor de una sonrisa frente al colonialismo.
- El bus: El trayecto de la vida a bordo del transporte público.
- Retro: ¿Y si todo volviera a la nada primigenia? ¿y si el error universal fuera corregido? La capacidad expresiva del autor en toda su potencia.
- Tronco de zapatillas: Texto corto y denso que relata la anécdota de un joven y sus zapatos deportivos de lujo en medio de un mar de consumismo y corrupción.
- Gringo bien portado: Las desventuras de una sociedad de posguerra y empobrecida, siempre mirando al Norte.
Bono: Mención aparte merecen los micro textos en los que el juego irónico alcanza a veces mayores cuotas de fineza.
- Pulido habla en nica, a los nicas, sobre las experiencias de nuestra sociedad, que son suyas además porque es parte del mosaico: migrante, habitante de una comarca cercada por el olvido, usuario del transporte público, desempleado, consumidor, pieza del entramado colonial, artista. Su obra: espejo ¿asimétrico?, es un regalo para nosotros.